Por otro lado la mujer encuentra sus propios beneficios al permanecer sumergida en el agua, porque podrá observar una mayor relajación muscular y una mayor producción de endorfinas, las cuales proporcionarán la ventaja de disminuir los dolores de parto sin la necesidad de que le apliquen anestesia epidural, ni siquiera que le practiquen la episiotomía ya que no habría riesgos de desgarros. Además al permanecer en su casa ya sea dentro de su propia bañera o piscina y al estar fuera del contexto hospitalario puede sentirse más protegida dentro de un ambiente conocido.
El bebé puede nacer dentro del agua o fuera de la bañera, pero de todos modos la mujer presenta menos dolores de parto al haber permanecido sumergida durante el trabajo de parto y de este modo disminuirá los dolores de parto. Si bien un parto en el agua es una decisión propia de la mujer no es aconsejado para los embarazos de riesgo, por lo cual siempre debe ser aconsejado por el médico obstetra y además es sugerible que éste se encuentre especializado en los partos bajo el agua.
No hay que olvidar que un embarazo que venía llevándose como normal, en los últimos minutos del trabajo de parto puede presentar anomalías y muchas veces se necesita un monitoreo o en el último de los casos recurrir con urgencia a una cesárea, la cual no se encuentra disponible en nuestro hogar. Por ello el parto en el agua aunque presenta ventajas siempre debe ser consultado y pensado detenidamente y queda a expensas del criterio de cada mujer.