El uso de fórceps en el parto es una decisión exclusiva del médico obstetra, quien ante la imposibilidad de que el bebé pueda deslizarse naturalmente por el canal de parto y por ende pueda existir peligro de vida para él y su mamá decide en un instante ayudar al bebé a nacer.
Vale dejar en claro que se trata de subsanar una complicación de parto que si bien no es habitual, se hace necesario cuando el bebé no se encuentra bien ubicado con su cabeza apoyada sobre el cuello uterino o si en lugar de encontrarse boca abajo se encuentra boca arriba y el cráneo no le permite continuar con la salida al exterior.
Lo común es que al llegar a los nueve meses del embarazo, éste finalice con un parto natural, por medio del cual el bebé bien ubicado va a recorrer el canal de parto sin ningún tipo de impedimento, el cordón umbilical no se encuentra posicionado detal modo que pueda dañar el cuello del bebé, otra complicación que en lugar de decidir usar un fórceps, el obstetra va a sugerir que se realice una cesárea de urgencia, ya que no existe otro modo de ayudar al bebé.
Cuando existe un riesgo de vida para el bebé y la mamá, el uso del fórceps es la decisión más habitual. Ante todo el especialista va a anestesiar la zona o va a aplicar una anestesia epidural, luego introducirá el instrumento que parecen dos cucharas entrelazadas que al introducirlas en el cuello uterino sostendrán al bebé de sus sienes para extraerlo. Un médico con años de experiencia puede llevar a cabo un parto con fórceps sin que el bebé sufra absolutamente ningún daño superficial o interno.
Por el contrario un médico sin experiencia puede llegar a dañar al bebé dejándole marcas en las sienes, las cuales con el tiempo irán desapareciendo o complicaciones internas como hemorragias cerebrales. Obviamente que estos problemas tienen que ver con la falta de decisión en ayudar al bebé con el fórceps, ya que al haber transcurrido mucho tiempo dentro del canal de parto sin poder avanzar puede ocasionar daños cerebrales.